quitarse la venda sin instrucciones laura mequinenza

Agnosticismo

Texto de la profeta IV

Hubo un día
en el que los campos se volvieron violetas
el cielo lloraba porque tenía que matar a las bestias
el olor espeso y enviciado de las ciudades
ahora llenas de insectos
las flores empujaban hacia arriba
pero nadie las dejaba crecer
los cascarones se negaban a abrir
por miedo a ser engullidos
el rocío teñía todo de magenta
el barro cada vez más alto
el sol de contrabando
cadenas friccionando
óxido y mordazas paralizando la humanidad
en el suelo,
ojos y corazones abandonados.

Recuerdo estar allí
y no recordar cómo había llegado
mis manos, sujetaban sin embargo
inexplicablemente
una venda.

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