Poemas a eros desde el lado oscuro dentro de la colección de poemas No soy tu perra. Poemas erótico-oscuros.

-Me gustaría verte desnuda

Y la ropa cayó al suelo en un abrir y cerrar de ojos.

No. No me refiero a que te quites la ropa y verte la piel.

Quiero verte desnuda,

desnuda de verdad.

Quiero ver lo que te inunda por dentro,

quiero saber qué mueve tus gestos,

quiero perderme en tus historias,

quiero fundirme en las costuras que disimulas con pliegues…

Quiero…

Y la piel se empezó a abrir

a caer del cuerpo por capas

y cada capa era un río de abundancia y sangre

el ansia de conocer más

hacía inevitable devorar cada una de ellas

y cada vez quería más y más.

-No temas. Quiero conocerte realmente.

Es fácil ver a una mujer desnuda,

lo difícil es que se desnude realmente,

que te deje ver lo que tiene dentro.

Y así se volvía a cuartear el tejido

y manaba un torrente infecto,

una cascada de agua estancada

o miles y miles de canicas encapsuladas

que se rompían al tocar el suelo.

-Yo quiero cuidarte. Déjame cuidarte,

déjame mimarte, quiero conocerte toda tú,

destrozar tus demonios,

descubrirte nuevas formas de hacerte sonreír,

no temas, no voy a huir, me interesa todo,

todo lo que venga de ti,

saberte tanto me acerca más a ti.

Me hace quererte más.

Déjame entrar… déjame entrar.

Y en las grietas empezaron a salir los vientos, los ciclones y torbellinos

que tan pronto volaban a los labios

como creaban tormentas.

La carne se tornaba fría y húmeda al tocarla

por muy roja que manara la sangre.

Los ecos que resonaban dentro

tenían voces graves y tenebrosas.

-¿Aún quieres entrar?

En las manos empezaron a caer pedazos mientras abría con cuidado,

quería ver, quería observar, pero no veía nada.

Así que cada vez iba adentrándose más y más,

pero sólo encontró una nada inmensa, un agujero profundo

que no se acababa.

Ya no quería conocer más.

Echaba de menos,

cuando sólo se quitaba la ropa.

(A mis enemigas)

Me han crecido los senos

y no paro de alimentar

pequeñas ratas que los muerden

buscando hacer sangre.

Aún no ha nacido el niño muerto

que asomará la cabeza entre mis piernas,

pero todas quieren beber de él.

 

El ocaso recubre las paredes

de óxido y flujos

donde el olor a sexo se confunde

con hedor de entrañas pútridas

y las alimañas

no dejan de lamer

allá donde el negro se confunde con el rojo

esperando encontrar gritos

donde solo hay silencio.

 

Pero nadie grita

Solo hay frío y eco

solo hay frío y viscosidad

solo hay frío y hedor.

 

A hurtadillas

se acumulan jadeos en las esquinas

y se esfuman sin mayor importancia.

En mis piernas mil cicatrices

compiten por perdurar contra las mil que aparecerán mañana.

En mi boca, moscas

y en mi mano

una caricia antes de olvidarlas.

 

Han salido a buscar

un ataúd para mis muertos

alguien gritará en alguna ventana roja

pidiendo que los enterremos.

¡Mis muertos ya están en el ataúd de mi cuerpo!

Pero pronto vendrá el tiempo a desenterrarlos.

 

Y mientras mis pechos siguen creciendo

pariré de nuevo con dolor estéril

y lo dejaré abandonado en el suelo

y engendraré nuevas ratas,

nuevas paredes y nuevos muertos.

 

Siento cómo el agua baña mi cuerpo
apenas cierro los ojos
el agua se hace pesada y espesa
la acaricio resbalando por mi cuerpo.

Mis yemas aún saben a ti
entre hierro y dulce
te saboreo.

Deslizándote entre mis dientes
juegas con mi lengua
eres adictivo, quiero más.

Quiero morderte, arrancar un quejido de tu boca
notar la sangre fluyendo, el charco de tu cuello.

Beberte.
Embriagarme.

Sentir el líquido viscoso tiñendo mis labios
calentándolos.

Lamer la herida, degustar gota a gota
las pinceladas que se derraman en el lienzo de tu cuerpo.

Agotar mi sed.
Saciarme.

El agua sigue cayendo sobre mi.

Esparciéndose sobre mi. Mojándome entera.
Cae sobre mi. Recorriéndome sin prisa
pasando por mis ojos, mi boca, mi cuello, mi pecho, mi ombligo
sentirla sobre mi. Recreándome despacio
pensando en tus manos,
tu tacto acuoso reptando por mi piel hasta detenerse en mi boca
queriendo que te pruebe, dándome un poco de ti
para que cierre los ojos y te pida más.

Te gusta jugar.

Tus manos arden, llenas de sangre caliente
sobre mi.

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