El corazón que bosteza en la mano
los días pares, en los que parece que no te acuerdas de mi (dice)
-Claro, claro, “ahora me encanta buscarte”.
En la papelera del ya es tarde
me gritan los párpados
de buscar en los silencios.
Como todos, como todas,
incluso sin klennex somos dramáticos,
quieres verme desnuda de nuevo,
o puede que el azul de mis rizos
bajo la luna sea más intenso.
Cada viernes,
se arranca una teja de mi mejilla,
me gusta inventarme el desenlace final.
Adicta a los finales a la francesa,
todos nos queremos en silencio
y no me hace falta más que una sonrisa,
para olvidarnos con cariño,
para aparcar el día a día
en el cajón de los para luego.
– ¿Me invitas al balcón de tus ojos?
– Sólo si saltas esta noche.
Mañanas con prisa y sin prisa,
con el mismo sabor a fin de temporada
Cada vez me duran menos los yogures y los quesos.
Aparcamiento de los sentimientos
en fase de demolición,
agárrame del pecho
y dibujemos una flecha aleatoria.
Para fallar, yo también sé ser profesional,
regálame la risa, lo demás, no importa,
apúntame la dirección de aquella tarde,
en la que reímos tanto,
quisiera volver a ella algún día.
2 comentarios en “Apúntame la dirección”
Lo analógico tiene esa pizca de decadencia y románticismo que siempre me ha fascinado.
A mí se me borró de la libreta un día de lluvia. Eso me pasa por amar lo analógico.