Hace tiempo que dejaste de existir, ahora eres recuerdo agridulce,
ya no hay conversaciones suicidas, ya no,
ya no tejemos el lenguaje de babel, ya no,
Ahora eres silencio de cristal, frío y áspero
siempre fuiste la persona equivocada,
como la mano insistente que llama
abnegada al destino de la respuesta fiera.
Tú, maldición perenne
desapareces, por fin desapareces
y la calma de tu ausencia
me atormenta.
Nunca quise volver al pozo de nuestros desencuentros
pero tampoco borrarte del diario como un maleficio
me vendiste una segunda vida de mentira
y te creí, decías que nunca te irías, decías
y que nada te separaría como amiga.
Como todas y cada una de tus promesas
de tus pactos, de tus acciones
me volviste a fallar
y no entiendo de qué me sorprendo
y cómo es que aún sigo sin entenderlo
si siempre me fallaste en todo
y nunca conseguimos comprenderlo.
Te fuiste y decidí no buscarte
me cansé de darte segundas oportunidades
perdonarte lo imperdonable
y seguir siendo la que siempre estaba para ti.
Adios