Nunca entenderé por qué cuando hablo contigo , después de tanto tiempo, después de esa última vez que viniste y fue tan raro, tan distante, tan extraño. Aún así me animas, aún así me emociono sólo de pensar que te vuelvo a ver. Recuerdo esa conversación que tuvimos por tlf antes de hoy hace dos semana, cuando nos confesamos que la última vez que nos vimos todo fué muy extraño, parecía que nos tocábamos con un palo, que nos esquivábamos, ni siquiera nos besamos. Me hizo gracia darme cuenta que ambos sentimos la misma rareza.
Hoy vuelves, de nuevo, a mi casa. Qué pasará, siempre eres tan enigma para mi, que no sé prepararme para verte, para tocarte, para besarte, cada vez que vuelves, te miro con la mirada perdida e invadida esperando una señal, un indicio de que esta unión atemporal y fuera de las distancias nos sigue acechando y volcándose en nosotros, sin por qué, sin para que… esta noche vuelves.
Volver a verte, de nuevo, y como una niña de quince años me pongo nerviosa sólo pensandote. Cada vez te escribo menos, te cambié, tengo un nuevo muso que me descoloca, que me hace perderme en mis ideales. Pero aún así sé que sigues en mi, eres algo que sigue ahí más allá de toda lógica.
Tal vez has venido, precisamente ahora, que necesitaba algo así, algo que me hiciera reordenar mis sentimientos que me sobrepasaban, me gustaría que no lo hicieran de forma tan descontrolada, supongo que entonces viviría sin emoción, o simplemente no estaría viviendo. Pero vienes y todo se ordena en mi microcosmos. Como por arte de magia.
Lo sabías? lo sabes? Te das cuenta en lo que te has convertido? Eres un símbolo más allá de todo lo que pueda o no sentir por ti. Eres la persona que tenía que conocer, más allá de toda atracción física y sexual.