Hay varias paradas
antes de bajarse del tren en marcha
y cada una de ellas
es más emocionante que la anterior.
Arrancas el techo y siento miedo
no hay vuelta atrás
el corazón se ha descosido
para que lo abramos en canal
y bebamos de él.
Lo agarras con las uñas
con cuidad
y lo vas bordando despacio
a ritmo de lengua y delirio.
Bebemos sangre hasta caer borrachos
yo de tu lado, tú del mío.
Nadie entenderá esta sed inagotable
(sin correas perennes)
Esta noche
agarras mi cuello al borde del abismo
Me cuesta respirar
y tú tiras despacio de mi.
Despacio, despacio. Avivando el fuego.
Despertando los vampiros de pandora
El camino de vuelta borrado
entre los espacios que separan
los dedos de tus pies.
Uno, dos, el siguiente, el siguiente, el siguiente
¡Mañana no existe!¡La cordura no es una opción!
Maquiavélico
engarzas tus cuerdas de títere
abres las paredes
con la misma delicadeza
que abres tu boca
para dejar escapar
las palabras que me hipnotizan
los besos que me embriagan
que utilizas como arma
ante las comitivas explosivas de mis cavilaciones.
No dejamos pistas en mi cuerpo
todos los mártires yacen en tí
en tu espalda, en tu cuello, en tu aliento
Me explicas con tus miradas
lo que no me puedes explicar con palabras.
Abro los ojos en medio de un desierto
y tiro del alambre
que muta en mil direcciones.
Deshojas la mañana
desgarrando mis costados para hacerlos coincidir
giramos en todos los sentidos
y me convierto en puzzle, en muñeca, en invisible,
en tormenta, en pregunta, en respuesta.
Y el sentido deja de tener sentido para convertirse en:
“Tú y yo estamos en un tren en marcha que no sabemos donde va
pero que cada estación es mejor que la anterior.”