Y entonces pienso que no tiene sentido
tragarse el corazón a contrarreloj
que archivo las excusas por las que este año
se han consumido mis historias.
Estoy vaciando la botella de amores marchitos
que se van escapando de mi vida, para no volver.
Y todos tan felices, y todos tan igual
en vidas tan estereotipadas
y todos fingiendo libertad, amor libre y mil pijadas.
Pero resbalan por mi boca
y caen las reservas de la desconfianza.
Y me bebo un trago más
y me regurgita
y me hace úlcera,
todavía aún con el sabor
en los labios.
Y resisto a alejarme de la botella
y beber, y emborracharme
y volver a vomitar,
promesas, deseos, esperanzas.
Todos, mezclados en la mesa
ahora mismo no tengo tanta sed
pero este último trago
me ha sabido amargo.