Hoy tengo día Andrés Suárez, tal vez es la proximidad del concierto, pero llevo unos días sumergida en sus canciones, ahora ando escuchando Visa para un beso y me recuerda a la historia de nuestros desencuentros, que si hablamos siempre de los mismos temas, que si discutimos sin sentido en conversaciones que son espirales que acaban en círculos viciosos.
De vernos y mirarnos, no somos las mismas personas, no somos como antes, ya no existe eso, lo que fuera, y sin embargo nos sigue manchando las manos y embargando aveces, siento como nos deshilachamos y nos perdemos en el vacío. Hay un suelo sobre el que precipitamos, rompiendonos una y otra vez en un continuo dejabu, sin dolor, sin sentido, sin emoción, pero encarceladas en el mismo episodio una y otra vez.
Hay miles de caminos para llegar al mismo lugar, no existe el camino único y correcto, pero creo, que no sabemos cual es el camino que queremos tratar, el «locus amoenus» al que llegar. Maniatadas al sinsentido recorremos senderos cercanos y nos acobardamos en los desfiladeros. Bajamos la guardia en cada anochecer y nos reexplicamos, nos redefinimos, nos volvemos a inventar, miles de palabras que tiñen la razón.
Distancias de porcelana, fingidas indiferencias. Amores que no existen, pasiones que no se detienen.
pero parece que tenemos prisa por convertir a la carroza en calabaza.