(A mis enemigas)

Me han crecido los senos

y no paro de alimentar

pequeñas ratas que los muerden

buscando hacer sangre.

Aún no ha nacido el niño muerto

que asomará la cabeza entre mis piernas,

pero todas quieren beber de él.

 

El ocaso recubre las paredes

de óxido y flujos

donde el olor a sexo se confunde

con hedor de entrañas pútridas

y las alimañas

no dejan de lamer

allá donde el negro se confunde con el rojo

esperando encontrar gritos

donde solo hay silencio.

 

Pero nadie grita

Solo hay frío y eco

solo hay frío y viscosidad

solo hay frío y hedor.

 

A hurtadillas

se acumulan jadeos en las esquinas

y se esfuman sin mayor importancia.

En mis piernas mil cicatrices

compiten por perdurar contra las mil que aparecerán mañana.

En mi boca, moscas

y en mi mano

una caricia antes de olvidarlas.

 

Han salido a buscar

un ataúd para mis muertos

alguien gritará en alguna ventana roja

pidiendo que los enterremos.

¡Mis muertos ya están en el ataúd de mi cuerpo!

Pero pronto vendrá el tiempo a desenterrarlos.

 

Y mientras mis pechos siguen creciendo

pariré de nuevo con dolor estéril

y lo dejaré abandonado en el suelo

y engendraré nuevas ratas,

nuevas paredes y nuevos muertos.

 

poema arena poember deidad
Si la arena fuese tú
si tú fueses la arena
toda la arena

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