La noche y la soledad a menudo caminan dadas de la mano. Crónicas de media noche son breves capítulos, en la hora bruja, que pueden haberle ocurrido a cualquiera de nosotros. Encuentros, desencuentros, soledades, y todas aquello que sólo ocurre a media noche.

Puedes leerlas a continuación, o si lo prefieres, ahora también puedes escucharlas en el podcast con el mismo nombre en Spotify.

Me he tropezado con tu abrazo
que esta noche estaba de saldo,
igual que el mío.
Arremolinados en los brillos
que se van consumiendo
en los vasos que apuramos.
Mientras me sonríes,
mientras me sonríes.

Mientras buscamos excusas estúpidas
para no separarnos
y que tu brazo
pase por mi cintura
si me descuido
y yo que no me doy cuenta
pero me acomodo
a la forma de tu cuerpo.

Tropezamos con historias
que nos marcan ya distancias,
con largas distancias
para que no nos enredemos demasiado.
No sea que se confundan
nuestras ropas en la madrugada
debajo de la cama.

Somos transeúntes,
transeúntes que tropiezan, se sonríen,
que mezclan el sabor de sus bocas,
el tacto de sus manos.

Pero que
cuando llegue la mañana,
se despedirán apresurados
recordando
con la culpa en tus ojos
que son dos desconocidos
que tropiezan sólo de madrugada,
para no despertar más cariño.

A media cerveza de más,

vocalizamos peor,

pero hablamos más claro.

Hubiera jurado

que habías dejado de quererme,

de perseguirme,

que ya sólo eran sombras

tus ojos brillantes en la madrugada.

 

Y con la voz tomada,

acariciando la mano

que siempre evitas tocar,

me di cuenta que tú

no eres más que otro

que echa de menos esa chica

que desecho cada verano.

 

Y nos cuesta entender

que ambos nos buscamos

en lados equivocados

y hablamos

como si estuviéramos en el mismo momento.

 

Entonces

la cerveza

me ayuda a entender

todo aquello que no somos capaces de entender

cuando no estamos borrachos.

Hemos aniquilado la última botella
y todavía no he decidido
dónde voy a dormir esta noche.

Es probable que haga círculos
aprovechando el sudor de la mesa
recalculando el trayecto de vuelta.

Cualquier excusa es buena para seguir la noche
cuando no quieres volver a casa
pero no todos los destinos llevan a una cama.

Normalmente disfruto con el placer
de acabar en habitaciones de personas
que aún no he besado
relamer la impaciencia
de quien te tiene cerca
te desea, pero aún no te ha probado.

Siempre me ha gustado jugar,
pero sólo si tengo enfrente
un rival adecuado, alguien
que también disfrute de este juego.

Esta noche, sin embargo
necesito otra botella
tanta sobriedad me desconcierta
me siento el personaje equivocado
en una película empezada.

Demasiadas explicaciones
exceso de confidencias
el recuerdo latente
de quién no está.

Creo que yo sobro en esta habitación
está llena de fantasmas
madriguera infecta de inseguridades.

Posiblemente otra noche
hubiera sido todo distinto
o no, quién sabe.


 

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