La incertidumbre era la nueva ave de rapiña sobrevolando las calles. Cada día avanzábamos a la llamada nueva normalidad, algunos hacia lo desconocido, cabizbajos, como animal al matadero; otros, arremangándose las pantorrillas y los antebrazos como cuando baja la marea; la mayoría, dando vueltas en círculo, desorientados como una polilla hacia la luz.