Al buscador de taras
– ¿Sabes? En realidad es fantástica. Desde que la conozco he quedado todos los días con ella. Me encanta.
Es dulce, y taaaaan cariñosa. Tiene un cuerpo pequeño, frágil, pero bonito, suave y con las tetitas chititas. Uf, me encanta.
Y una sonrisa, así como de niña, pero con la mirada alegre, vivaracha. Entre alocada, risueña, con una gracia. Me encanta.
Y estuve tan agusto, hacia tiempo que no estaba así con nadie, como si nos conociéramos de toda la vida, esa química, ya sabes. Me encanta.
– ¿Y entonces?
– Estoy pensando, que voy a distanciarme de ella, a ver si consigo encontrarle la tara.